historia del queso Quesomentero

El fascinante viaje del queso: historia a lo largo de los siglos

El queso es un alimento que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, evolucionando con las civilizaciones y convirtiéndose en un elemento fundamental en la gastronomía mundial. Su historia está llena de descubrimientos accidentales, influencia cultural y una expansión que lo ha llevado a ser parte esencial de innumerables tradiciones culinarias.

Desde su origen incierto hasta su papel en la globalización, te contamos cómo el queso ha marcado la historia y la cultura de la humanidad.

¿Cuál es el origen del queso?

Los orígenes del queso no fueron fruto de una búsqueda gastronómica, sino de pura supervivencia. Las primeras comunidades ganaderas necesitaban conservar la leche en largos desplazamientos y en entornos sin refrigeración. Y como suele ocurrir en el mundo del queso, un pequeño accidente cambió la historia culinaria de la humanidad.

Primeras evidencias arqueológicas del origen del queso

Aunque no existe un registro exacto de su invención, la mayoría de los historiadores coinciden en que el queso nació hace más de 8.000 años, en el neolítico. Se han encontrado residuos lácteos en vasijas de cerámica en la región de Polonia, lo que demuestra que nuestros ancestros ya sabían separar la leche en cuajada y suero.

Esta coagulación probablemente ocurrió de manera accidental cuando los primeros pastores transportaban leche en recipientes hechos con estómagos de animales. Las enzimas presentes en estos órganos habrían provocado la coagulación de la leche, separando el cuajo del suero y dando lugar a queso primitivo.

Leyenda del mercader árabe y el origen del queso

Una de las leyendas más populares sobre su origen cuenta que un mercader árabe, en un largo viaje por el desierto, llevó leche dentro de un odre (una bolsa hecha con piel de animal). Al cabo de unas horas, la leche se había separado en una sustancia sólida y otra líquida.

Con hambre y sin más opciones, el comerciante probó la parte sólida y descubrió que no solo era comestible, sino también deliciosa y fácil de conservar.

El queso en las civilizaciones antiguas

En este período, el queso pasó de ser una técnica rudimentaria de conservación a un alimento valorado por diferentes culturas que supieron incorporarlo a su dieta y costumbres.

Mesopotamia: primeros registros

Los primeros registros escritos sobre el queso provienen de Mesopotamia, donde se han encontrado tablillas sumerias de hace más de 4.000 años que mencionan su producción.

Egipto: frescos y jeroglíficos que lo representan

También en el Antiguo Egipto aparecen representaciones de personas elaborando y almacenando queso, lo que sugiere que este alimento ya formaba parte de su dieta cotidiana.

Grecia y Roma: del majar de dioses al alimento de legiones

En Grecia, el queso era considerado un alimento fundamental para atletas y guerreros, y se mezclaba con miel, frutos secos y vino. Uno de los primeros quesos con un proceso documentado fue el queso feta, que los griegos elaboraban con leche de cabra u oveja.

Los romanos, por su parte, perfeccionaron las técnicas de maduración y experimentaron con diferentes sabores y texturas. Su dominio del queso se expandió junto con su imperio, llevándolo a regiones tan diversas como Hispania, la Galia y Britania. En esta época, la producción se diversificó y se comenzó a utilizar el queso como moneda de intercambio en algunos mercados.

queso feta primeros quesos Quesomentero

La Edad Media y el nacimiento de las recetas tradicionales de queso

La Edad Media fue una época convulsa, pero sorprendentemente fértil para el queso. El conocimiento técnico pasó a custodiarse en lugares que hoy asociamos más con silencio y oración que con gastronomía: los monasterios.

En un tiempo en que las guerras y la inestabilidad política amenazaban muchas prácticas agrícolas, los monjes se encargaron de mejorar las técnicas de maduración y crearon algunas de las variedades más famosas que aún disfrutamos hoy.

Además, en esta época, el queso empezó a formar parte de rituales religiosos y celebraciones. Algunos monasterios lo consideraban un alimento especial para la Cuaresma, ya que proporcionaba nutrición sin necesidad de comer carne.

El papel de los monasterios en la producción quesera

Los monasterios medievales fueron auténticos laboratorios culinarios. Allí surgieron técnicas como el lavado de corteza, la salmuera regulada, las cámaras de maduración o el volteado sistemático. No lo hacían por capricho, sino porque cada detalle marcaba la diferencia entre un queso excelente y uno que no superaba el invierno.

Los monjes benedictinos y trapenses, por ejemplo, desarrollaron quesos como el Munster en Francia y el Taleggio en Italia. En Suiza, los monasterios fueron responsables de la creación del Emmental y el Gruyère. Estos quesos eran no solo una fuente de alimento, sino también un producto valioso para el comercio.

Comerciantes, rutas y expansión cultural

A medida que el comercio medieval resurgía, el queso viajó con mercaderes y caravanas. Cada región aportaba su propio estilo y sus materias primas, lo que dio lugar a una explosión de variedades locales.

Las rutas comerciales medievales no solo movieron mercancías: también llevaron recetas, métodos y sabores que enriquecieron Europa de forma casi orgánica. Las montañas, los valles y los puertos moldearon estilos distintos, y cada territorio protegió su forma de hacer queso.

El queso y su expansión con la globalización

Con la llegada de la Edad Moderna y los viajes de exploración, el queso comenzó a expandirse más allá de Europa. Los colonizadores llevaron técnicas queseras al Nuevo Mundo, donde la producción se adaptó a nuevas condiciones climáticas y tipos de leche.

En América, las comunidades de inmigrantes europeos introdujeron recetas tradicionales que evolucionaron con el tiempo, dando lugar a quesos como el cheddar en EE.UU. y el asadero en México. En Argentina, los inmigrantes italianos llevaron la tradición del queso provolone, que luego se convirtió en el famoso provoleta a la parrilla.

Hoy en día, el queso es un elemento esencial en la gastronomía global, con miles de variedades adaptadas a los gustos y costumbres de cada cultura. Desde los sofisticados quesos franceses como el Brie y el Roquefort hasta los frescos y suaves quesos mexicanos como el Oaxaca y el Panela, este alimento sigue evolucionando con la creatividad de los productores y consumidores.

queso Brie expansión Quesomentero

Conclusión: un legado que perdura

El queso ha acompañado a la humanidad durante milenios, evolucionando de un descubrimiento accidental a un símbolo gastronómico global. Su historia refleja la creatividad de las diferentes culturas que lo han producido y disfrutado. Desde los antiguos egipcios hasta los monasterios medievales y los mercados contemporáneos, este alimento ha sido parte fundamental de nuestra dieta y nuestra historia.

Hoy, la producción artesanal sigue coexistiendo con la industrial y la pasión por el queso no deja de crecer. Ya sea en una tabla gourmet, derretido en un plato tradicional o como parte de nuevas creaciones culinarias, el queso continúa siendo un placer universal que une a las culturas a través del tiempo. Y tú, ¿cuál quieres probar hoy?

Preguntas frecuentes sobre la historia del queso

¿Cuándo se originó el queso?

Se cree que su origen data de hace más de 8.000 años, en la región del Creciente Fértil o Europa Central.

¿Cómo se descubrió el queso?

Probablemente por accidente, al almacenar leche en recipientes con enzimas naturales como los estómagos animales.

¿Cuándo comenzó la producción industrial de queso?

A mediados del siglo XIX con la mecanización en Estados Unidos y Europa.

¿Qué tipos de queso han sido más influyentes históricamente?

El cheddar, el parmesano, el roquefort, el gruyère y el manchego.

¿Existen quesos con siglos de historia?

Sí, quesos como el roquefort, el parmesano o el feta ya se consumían en la antigüedad.

 

Regresar al blog